13 de octubre de 2013

HABLEMOS DE REBELDÍAS LÉSBICAS




¿Rebeldías lésbicas? ¿Qué significados existen alrededor de la primera palabra? Según la Real Academia de la Lengua: cualidad de rebelde, acción propia del rebelde, que opone resistencia; que, faltando a la obediencia debida, se subleva.



¿Frente a qué nos rebelamos las mujeres lesbianas? ¿Frente a qué obediencia debida nos sublevamos? “Obediencia debida”, esa frase llamó particularmente mi atención. Detengámonos un momento a preguntarnos cuál es el orden establecido frente al cual deberíamos mantener debida obediencia. Las mujeres lesbianas nos rebelamos contra dos sistemas que sociedades como la nuestra claman por mantener: el patriarcado y la heteronormatividad; así, nos rebelamos frente al patriarcado heteronormativo.

Como mujeres nos rebelamos contra un sistema que privilegia a los hombres frente a las mujeres en todas sus dinámicas. En este sistema, las mujeres somos percibidas como doncellas virginales y débiles, a las que se debe proteger –en el mejor de los casos-; o como brujas libertinas y poderosas, a las que se debe aniquilar por el bien del orden y principios sociales y, sobre todo, religiosos. No en vano estas ideologías se inventaron un dios hombre que envió a la Tierra a su unigénito varón, que nació de una mujer virgen y que salvó a una mujer “pecadora” de la lapidación. Pero eso fue Jesús. ¿Qué podemos esperar de hombres comunes y mortales?, quienes viéndose incapaces de acercarse a la imagen del “Hijo de Dios”, lo que se limitaron a hacer en nombre de la Iglesia y de sus principios fue juzgar y mandar a la hoguera a miles de mujeres, en la mal llamada “Santa Inquisición”, acusadas de pactar con el diablo, mantener relaciones sexuales con él, realizar orgías, curar a la gente con hierbas, y cuanta “pecadora acción” se le ocurriese al inquisidor de momento. Ahora la forma moderna de matar a las mujeres, por serlo, se llama femicidio.

Como lesbianas nos rebelamos contra un sistema que no solo privilegia sino que impone la heteronormatividad, entendiéndose ésta como la heterosexualidad obligatoria a seguirse y vivirse en nuestras relaciones. Los seres humanos somos concebidos desde el binarismo que nos divide en machos y hembras, para fines utilitarios de reproducción. Algo entendible visto desde una ideología represiva que quiere establecer el control desde todos los ámbitos posibles, siendo el sexual uno de los principales. Bajo esta lógica, los órganos sexuales que caracterizan al macho y la hembra de la especie humana solo deben juntarse para procrear, a fin de garantizar el principio de familia -y de la sobrepoblación-. Esta unión debe santificarse mediante el matrimonio, caso contrario el coito se estaría practicando en pecado.

Y ¿qué amenaza representamos las mujeres lesbianas para este sistema patriarcal heteronormativo? Las lesbianas mantenemos relaciones sexuales por diversión, placer y amor (por mencionar solo tres), no para procrear, ya que biológicamente se nos es imposible concebir una criatura a través de nuestras prácticas sexuales; pero tampoco se nos está vetada la posibilidad de ser madres, ya que la ciencia y la tecnología se han puesto al servicio de nuevas alternativas de concepción sin la interacción física de un hombre. Bajo los lineamientos de nuestra cultura, es repudiable la idea de mujeres que decidan sobre su propio cuerpo en términos sexuales y sin la intervención de hombre alguno. En resumidas cuentas, nos convertimos en las herejes de la actualidad.

Las mujeres lesbianas no dejaremos de existir por más que instituciones, grupos y personas nos nieguen, nos invisibilicen, nos repudien, nos discriminen y hasta intenten “curarnos y salvarnos”. Estos grupos que, irónicamente, dicen obedecer y profesar la palabra de un dios que, conforme los actos de sus devotos y discípulos, se muestra como un dios represor, castigador, poco sensible a la igualdad y la equidad entre los géneros y que no acepta ni “salvará” a quienes vivimos de forma diferente a como lo dictamina la norma patrialcal heteronormativa. Contra esa forma de pensar y actuar limitante y discriminatoria nos rebelamos.

Frente a sociedades que generan personas de pensamientos “borreguiles” que reproducen comportamientos y acciones basados en costumbres históricas para mantener el supuesto “orden social”, que ha condenado a la pobreza, analfabetismo, anonimato, violencia física, psicológica y sexual, y a la muerte a millones de mujeres, ¡nos rebelamos!

Identificarse y asumirse como mujer lesbiana en este tipo de sociedades no representa un camino fácil, pero henos aquí recorriéndolo y viviéndolo con todas sus fases e implicaciones; desde la confusión conflictiva que conlleva el empezar a sentirse como tal; desde la clandestinidad de los primeros encuentros furtivos en el proceso de descubrimiento; desde el empoderamiento progresivo de la orientación sexual diversa en los distintos espacios de convivencia; desde el reto de construir una relación de pareja con otra mujer; desde la visibilización y lucha por nuestros derechos abierta y pública como mujeres lesbianas activistas, convencidas de que nuestras rebeldías están edificando mejores circunstancias de vida para las lesbianas que pronto llegarán.

La orientación sexual no es una opción; es un impulso que nos acompaña desde muy temprana edad. Nuestra opción sí es acogerla o no abiertamente en nuestra vida y en nuestras dinámicas cotidianas, o solo en espacios cerrados. Este dilema no implicaría mayores complicaciones si estuviésemos en sociedades respetuosas de la diversidad en todas sus expresiones. Sin embargo, hasta que nuestras sociedades evolucionen del oscurantismo a la iluminación, nuestros derechos humanos no pueden estar supeditados a las creencias que profesan personas de inamovibles caprichos ideológicos. Por ello, nuestras rebeldías lésbicas van encaminadas hacia la lucha, conquista y reivindicación de nuestros legítimos derechos como mujeres y como lesbianas.

8 de septiembre de 2012

TU IDA...


Intento aceptarlo mientras sacudo de mi mente las imágenes de tu cuerpo balanceando hasta terminar de marchitarse, sostenido en el aire por la cuerda que sentenció tu final.
¿Por qué? me sigo preguntando con rabia seguida de un terrible sentimiento de resignación, como si al saber la respuesta pudiera liberarte de mi desgarrador deseo de no dejarte ir...
¿Qué viviste los últimos momentos que te hicieron tomar aquella decisión? ¿Cobardía o coraje? No imaginé que existiesen motivaciones, aparentemente opuestas, que pudiesen juntarse tanto hasta el punto de que su línea divisoria se difumine y las haga amalgamarse.
Me recrimino como si alguna acción mía hubiese podido cambiar tan drástico final. ¿Quién soy yo para creer que tenía ese poder? Un dolor ególatra me acosa intimidando mi buen juicio y martirizando mi conciencia.
La vida es ese recorrer ingenuo por aquel sendero que creemos infinito, pero el camino de todas las personas tiene un final y creo, por alguna razón, que la fecha de aquel final se nos es asignada desde el inicio del camino. Tú decidiste controlar el cómo y no abandonarte a las maniobras del destino...

10 de noviembre de 2011

Libertad










Ahora escucha,
es momento de cerrar
la puerta que dejó entrar
aquella luz y esperanza
que ya se apagaron.

Dejé de tener miedo,
pues vencí con altivez
a la jauría de perros hambrientos
del sótano al que me lanzaste,
donde perdí la noción del tiempo,
y me confundí con mi sombra.

No tiene sentido ya susurrar
todo quedó allá adentro
cómo ves salí,
he recuperado mi libertad.

24 de agosto de 2011

El giro esperado (I parte)

Veintiún años de matrimonio. Dos hijos, una a punto de cumplir la mayoría de edad y el otro aún niño. Se casó joven y tuvo la "fortuna" de hacerlo con un hombre que supo amasar dinero y que ha compensado la rutina en la que se ha sumido su matrimonio complaciéndola con accesorios caros y gustos extravagantes.



Viéndolo desde fuera, parecía que ella tenía la vida perfecta: matrimonio a prueba de divorcio, hijos poco problemáticos y dinero. ¿Qué más le podía pedir a la vida? ¡Vaya, qué pregunta! La respuesta, insospechada.

Ya no recordaba si siempre se sintió así o si fue un gusto que adquirió con el pasar de los años, al aceptar que su marido desde hace bastante tiempo no le provocaba ni encendía. Él había acudido a las películas que limitan la sexualidad al coito enfocado desde todos los puntos, para ver si lograba estimular a su esposa y, finalmente, lo conseguía; pero poco a poco él se dio cuenta que las escenas que la motivaban eran aquellas en las que participaban solo mujeres.

Ella cerraba los ojos y se dejaba penetrar imaginándose que era una mujer su interlocutora sexual. ¡Sí, mujer! Sus fantasías alrededor de un encuentro sexual lésbico se hicieron tan presentes, que un día empezó a navegar en el internet con la intención de encontrar la forma de materializarlo. Descubrió un sitio para dejar mensajes con el fin de conocer mujeres con los mismos intereses. Escribió cuatro líneas con bastante meticulosidad, intentando parecer lo menos necesitada posible, algo seductora y llamativa, dejó su correo electrónico, uno que inventó minutos antes exclusivamente para ese fin.

Durante las tres semanas siguientes, entraba a ese correo al menos unas dos veces por día, hasta que finalmente encontró respuesta; una joven 12 años menor a ella hizo eco de su propuesta. Se escribieron todas las noches. Ella aprovechaba la ausencia de su esposo que viajaba por cuestiones laborales y el descanso de sus hijos para sumergirse en las sensaciones cibernéticas que le provocaban los chats con su nueva amiga. ¿Cómo era posible que unas cuantas frases insinuantes le atravesaran el cuerpo y la hicieran alucinar de esa manera? Su imaginación volaba y se dejaba cautivar hasta el punto de navegar en su propio río.

Ambas acordaron no enviarse fotografías y encontrarse un viernes, luego de dos semanas de relación virtual, para ponerle rostros, cuerpos y voz real a toda aquella alucinación. Llegó antes al encuentro y sentía que el nerviosismo y la ansiedad la iban a matar. La percepción del tiempo suele ser tan caprichosa, los diez minutos de espera le parecieron horas de agonía, hasta que la joven apareció y se acercó. ¡Vaya mi suerte, sí que es linda! pensó y trató de disimular su entusiasmo. Se saludaron con cierta familiaridad y empezó una conversación algo forzada y entrecortada que fue relajándose a medida que las copas de vino, que iban y venían, y los cigarrillos, que se prendían y apagaban, hacían su efecto...

Luego de cinco horas de conversación y coqueteo abierto, la subió a su auto y la dejó en su casa; por más que sintió que su cuerpo la deseaba, toda clase de temores y remordimientos se apoderaron de ella. Toda una vida heterosexual y un matrimonio de dos décadas no podían consumirse en una noche. Llegaron a casa de la joven y cerraron una gran noche con un beso, ¿uno? uno de esos que saben al primero, uno de esos que parecen el último en la vida, donde lo exterior se esfuma y solo quedan los labios y las lenguas danzando al son del deseo. De nuevo la percepción del tiempo hizo su parte, y aquellos minutos se perdieron en el engaño de la eternidad.

Aquella madrugada no pudo conciliar el sueño, se vio asaltada por la emoción de su primer beso a una mujer, su primera experiencia lésbica. Si todo esto le provocó un solo beso, ¿qué le depararía un encuentro sexual? Eso era algo que tenía que averiguarlo...


17 de mayo de 2011

Dilema










Quiero y no quiero
y en mi querer
solo quiero saber
lo que quiero.

Si querer
es lo que quiero
¿por qué a veces
siento que no debo?

Si no querer
es lo debo
¿por qué a veces
solo me atormento?

Así que si entre
querer y deber
prima el querer,
que el castigo sea
el menor posible.

De primar el deber
que mis deseos
se calmen y
me dejen vivir.

31 de marzo de 2011

Nada














Las horas endemoniadas
se extinguen una a una
y se transmutan.

Los días cual verdugo
las hacen caer incesantes
en el perverso contraflujo.

Mañana, tarde y noche
el tiempo así termina
y se reduce a nada.

Eterna la restricción
que nos mantiene
en la misma espera.

Y, entonces, me pregunto
¿por qué este plan
que nos entierra?

Vida y muerte
bailan sincronizadas
nos fundimos en ellas,

y somos nada...

28 de marzo de 2011

La Tríada

Se detuvo para ver su corazón, hace tiempo que no lo había hecho. Falta de tiempo quizás, pero la principal razón era su pacto interno: no dejarse llevar por aquellos personajes extraños que algún día se movieron con voluntad propia, al interior de su pecho; seres incomprendidos llamados sentimientos, indescifrable y escurridizos

Sus mejores amigas, las palabras, lo habían acompañado gran parte de sus años; con ellas y a través de ellas, intentaba entender la realidad que lo envolvía. Transformaba cada historia dolorosa de su vida en textos anecdóticos: algunos con tintes filosóficos, otros de humor sarcástico, uno que otro cómico, pero ninguno haciendo alusión a él ni a sus experiencias; mas, su presencia deambulaba fantasmal en cada letra escrita. “Lo creado siempre tendrá algo del creador”, se decía al descubrirse abrumado en las lecturas de sus propios textos.

Tres adolescencias habían pasado ya por los surcos de su rostro y los hilos blancos de su pelo, le dotaban de un aspecto señorial y fantasioso, pues sus ojos en ocasiones lo delataban. Sus tres adolescentes vivían en peleas épicas para ganarse el acceso a aquellas ventanas que les permitieran, uno a uno, ver y dejarse ver por el mundo exterior. Consciente de aquel detalle, pintaba las ventanas de color verde para hacer más complicada tal travesía, tanto para los avezados muchachos deseosos de exhibirse cuanto para la gente que deseaba ver lo que este hombre ocultaba. Este intento resultaba efectivo contra la mayoría de la muchedumbre, pero no para sus más cercanos que aprendieron a convivir y a comprender a sus interlocutores.

Un buen día que decidió hacer cierta tregua con sus inquilinos, salieron todos a festejar vitrineando. Entraron muy resueltos a un local de ropa interior provocativa. Entre los tres se decidirían por una prensa erótica que lo haga ver sexy, se dijo. La encontró en algo mejor: un maniquí animado dispuesto a exhibirse para él. Y se detuvo para ver a su corazón.

12 de enero de 2011

Tiempo de cosecha

Ha pasado algún tiempo desde mi última publicación en éste mi diario virtual. Se han dado tantos sucesos que bien podría haber escrito al menos unos 10 textos, pero no encontraba a la musa de mi inspiración, aquella que me tuvo activa y escribiendo.

En ese entonces creí que mi musa era una persona de carne y hueso, alguien que conmovió la médula de mi ser, pero que decidí dejarla ir y regresarla a mi vida de otra manera. ¿Qué haría ahora sin mi musa? Hubo momentos de extravío al pretender encontrar la respuesta; luego caí en la cuenta, con acierto, de que mi musa no tiene que ser alguien, mi musa es mi propia vida con sus trajines y aventuras: alegres, tristes, confusas, esclarecedoras, deprimentes, exitantes; en fin, de tanto movimiento como una montaña rusa...

Ha empezado un nuevo año que perfila ser de cosecha de algunas semillas que dejé sembradas en épocas anteriores, que ahora se muestran como plantaciones frondosas y llenas de vida con frutos en proceso de maduración. Confío en que el clima siga a mi favor y me permita recoger los frutos; no quiero ninguna tormenta que arrase con los sembríos ni una sequía que los mate de sed, solo el equilibrio en el ambiente y mi oportuna intervención serán mis aliados. Puedo manejar el segundo, pero el primero siempre es incierto. En este punto solo puedo esperar a que todo se dé como tenga que darse, sin embargo, estaré siempre pendiente para manejar los eventos en la medida en que me sea permitido hacerlo. Libre albedrío y destino, mi vida se balancea entre ambos...

21 de diciembre de 2010

Tu llamada...

Anoche recibí tu llamada. No la esperaba. Pensé que era un asunto desterrado de mi memoria y de mi corazón.  Inútilmente, intenté controlar el tono de mi voz para que no cayeras en cuenta del estado de ánimo que suscitó en mí escuchar tu nombre del otro lado de la línea. Sorprendí a mis ojos desaguando sentimientos que quizá reprimí. 

Tu llamada fue un aviso, un mensaje dado en el momento preciso en que buscaba una explicación a tanta energía invertida en otros rumbos, que no me han llevado a ninguna parte. Ahora me encuentro sedienta, agotada, desconcertada; sopesando la magnitud de mis desacertadas decisiones; percatándome que apunté al blanco equivocado...

Toda acción tiene su consecuencia; perderte puede ser la mía. Sin embargo, tengo la posibilidad brindada por tu llamada de acercarme de nuevo a ti, redimir mi culpa y tu dolor. Ahora no es el momento de hacerlo. Espero que pronto lo sea y a tiempo.

20 de diciembre de 2010

Blanco y negro

Blanco o negro. ¿Por qué no guarecerme en los extremos si el mundo se presenta en dualidades? ¡Tonalidades de grises!; alguien me dijo que la vida se mueve en esa gama y, sobre todo, el amor. No entendí nada de aquel mensaje dado entre café, ron, chocolate y tabaco. El Limbo, pensé, pues cómo más podría definir una postura tan ambigua. 

Finalmente, si dos personas se atraen por más razones que solo la química, por qué alargar la espera del inicio de una relación.

¿Tiempo? Para pensar; medir los riesgos; sondear el terreno; estabilizar efectos gravitatorios de experiencias pasadas; ponerle pausa a un ritmo de vida que desconcertó y saturó; encontrarle nuevos sentidos a la vida; conocer mejor a la persona que encanta para no equivocarse en dar el primer paso; ganar tiempo hasta saber qué mismo se quiere...

Desconfianza. Ansiedad. Incertidumbre. Es más fácil saber a qué atenerse y limitar las opciones en el amor a dos: TODO o NADA, pero cuando el planteamiento es cualquier cosa ubicada entre esos dos opuestos ya no es posible visualizar un lugar seguro, porque muy fina es la línea que separa lo real de lo irreal; la verdadera apuesta del juego pasajero.

Por unos instantes quise confiar y entregarme a la aventura de lo gris; hasta traté de convencerme de que sería buena idea; siempre es interesante probar algo nuevo, me dije. La emoción no duró mucho, sigo viendo en blanco y negro...

13 de diciembre de 2010

Senderos...


Caminando estaba ya por varios años, por senderos difíciles de transitar, llenos de obstáculos, que atravesaba con la consigna de que de algo serviría tanto dolor, tantas lágrimas derramadas sobre el suelo cubierto con piedra arenosa y afilada, el cual pisaba descalza. Con el pasar del tiempo, sus pies se volvieron ásperos y callosos para soportar tal travesía, y sus lágrimas se secaron, quizá hasta que la fuente de aquellas gotitas cristalinas se llenara de nuevo.
Cuando la resignación se apoderó de su ser, convencida de que su destino siempre sería así, el camino la llevó a un bosque. Sus pies cansados pisaron en hierba y tierra húmeda; y se alimentó con los frutos que tomaba de los árboles, de aquellos árboles frondosos que parecían inclinar sus ramas ofreciéndole sus criaturas maduras y jugosas.











Se dejó consolar por la brisa apacible que la invitaba a bailar y a sanar sus heridas. El bosque se presentó ante ella como el final de su trayecto; así decidió tomarlo y regocijarse en el disfrute de la tranquilidad que aliviaba su alma cansada.

¿Sería aquel lugar el paraíso? Así lo creía durante las largas caminatas que daba descubriendo todos sus recovecos hasta que encontró un sendero, el primero que veía desde su llegada y el único. La incertidumbre la invadió, pues sintió el creciente deseo de aventurarse fuera de su lugar seguro, pero ¿qué le depararía tal aventura? ¿Sería capaz de regresar al bosque a voluntad o se perdería en el trayecto de regreso? Para qué salir de ahí si, finalmente, entre los árboles había encontrado su tan ansiada paz.

Dio media vuelta para internarse de nuevo en el espacio que sentía suyo, solo siete pasos y dio otra media vuelta, tomó una gran bocanada de aire y con una sonrisa inusitada en los labios se decidió a descubrir qué le depararía aquel sendero desconocido. La vida continúa...

19 de noviembre de 2010

Regresa...

Te escribo en un intento desesperado por reencontrarte, por saber a qué caminos te llevó la vida, qué experiencias estás viviendo que te tienen alejada de mí. ¿Te fuiste para volver fortalecida? ¿Te marchaste para que aprenda a sobrevivir sin tu presencia? Desapareciste para, finalmente, regresar y tomar el lugar que te corresponde en mí.

Eras tan mía que te confundí con el escenario que me rodeaba. Asumí con prepotencia que había hecho lo suficiente para mantenerte siempre dispuesta a salvarme cuando lo necesitara, acompañándome en todas mis travesías como mi escudo de protección; no me equivoqué en lo de ser mi escudo, mi error fue pensar que siempre recibirías las balas por mí.

Debo confesarte que no me percaté de tu ausencia, no al principio. Como mecanismo de protección, supongo, tu espacio fue inmediatamente sustituido por una versión ligera de ti, similar en la forma pero sin ningún contenido, quizá por eso me demoré algún tiempo en darme cuenta de que te habías ido. Tu reemplazo me jugó una treta y me hizo vivir una ilusión paradisíaca; me elevó por los cielos, aceleró mis latidos, me hizo sentir dueña de mis decisiones y del mundo; me hizo creerme superior a muchos y capaz de manejar situaciones inverosímiles; pero, como dije, fue solo una ilusión que ahora intento mantener llenando mi vida de ruido, gente, vicios y en la espera de la consumación de una pasión efímera que llegó vestida de rojo tentación y me lanzó a un agujero negro. Aquella pasión no consumada es la que me hizo darme cuenta de tu silenciosa huida.

Como ves, hoy me encuentro sin ti vulnerable, desnuda, incompleta, vacía; atrapada en un engaño y sometida al vaivén rojo y negro.

¿Qué debo hacer para que regreses? Te invoco por tu nombre, amada Autoestima, vuelve y saca de mí a tu mal reemplazo. Adiós Ego.