16 de septiembre de 2010

"A Dios rogando y con el mazo dando"

Yo que no soy tan amiga del Facebook porque la verdad me da pereza de enterarme de las "novedades" del resto por este medio y, en general, de enterarme del resto por cualquier medio, he intentado no estar tan atrás en esto de las "redes sociales" y, de vez en vez, abro mi cuenta para despejar mi aburrimiento por dos minutos (porque luego de ese tiempo me aburro con el Facebook). En uno de mis trajines encontré la siguiente frase que una de mis buenas amigas había escrito en su muro:

"Actuar por una causa que uno cree buena hasta el punto de olvidarse de uno mismo....MALA IDEA!!!!!... A Dios rogando y con el mazo dando....."

No hubiese querido escribir nada al respecto; pero mi amiga es la que insinuó luego en su muro que yo haría alusión a su escrito y, bueno, no quiero decepcionarla...

Y es que raya en lo irónico que alguien, que se ha caracterizado por olvidarse de sí misma en su cotidiano actuar por las causas perdidas, publique tal mensaje, que debo confesar mi gracia al leerlo. Porque cómo más puedo explicar que alguien que se ha sobreexigido demasiado en su trabajo, hasta el punto de olvidarse de su vida personal y de sus responsabilidades familiares, para colmo siendo esto poco o nada reconocido por su jefe; y que estuvo varios años embarcada en una relación en la que todo el mundo a su alrededor vaticinó un futuro poco alentador, menos ella (relación que consumió mucho de su tiempo, su dinero y su energía), hable ahora de no olvidarse de sí misma.

Sin embargo, en honor a la verdad, debo decir que renunció a ese trabajo y terminó con su pareja; tal vez nunca es tarde para remediar los errores, fijarse nuevas metas y luchar por causas que valgan la pena; porque las peticiones al cielo jamás tendrán su efecto si uno no hace nada por conseguir lo que anhela...

10 de septiembre de 2010

Hoy hubieses cumplido 64 años

Ya son siete años de tu partida, siete años en los que cada día sigo aprendiendo a vivir sin tu presencia y a resignarme a que por más que desee tu regreso solo tu recuerdo me une a ti. Cuando te marchaste mi mundo se desmoronó; cada pensamiento mío giraba en torno a tu ausencia y a las acciones que debí haber hecho para evitar tu partida y a las que hicieron los demás, sí, aquellos que siempre se aprovecharon de tu bondad, para propiciar tal desenlace y que por elección dejé de llamarlos y sentirlos mi "familia", ya que nada hicieron después de que te fuiste, nada...

¿Cómo recobrar las ganas de vivir cuando se ha perdido todo? Porque eso sentí, que todo lo perdí una vez que ya nada pudo hacerse para evitar tu liberación. Yo sigo encarcelada en esta realidad que poco a poco se ha tornado más llevadera, porque aunque el tiempo no curó mi dolor, me enseñó a vivir con la herida, a hacerla parte de mi mente, de mi piel y de mi corazón.

Hoy hubieses cumplido 64 años y te los festejo creando escenas en mis delirios a los que llamo imaginación, viendo tu expresión de felicidad al darte tu regalo, invitándote a un lindo sitio a cenar, qué se yo, a conformarme con la sensación de que hubieses disfrutado cumplir un año más de vida junto a tus dos hijas y a tu nieto, hermoso niño que no conociste, pero que aprendió a decir que estás en el cielo.

8 de septiembre de 2010

De bello a fuegos...

Al nadar había golpeado su pie en quién sabe qué cosa y a pesar de haberle dolido el impacto no le dio mayor importancia y solo se revisó rápidamente, sin percatarse de que uno de sus dedos fue víctima de una pequeña lesión. Salió de la piscina, se duchó, vistió y partió de la mano con su nueva chica de turno, alguien con quien dice tener una relación "sin etiquetas" para evitar los formalismos que conllevan, inevitablemente, al fracaso amoroso...

Ella, a quien llamaremos Nadia, preocupada por el accidente de su ¿pareja?, pidió a Juan chequearse de nuevo su pie para verificar el daño causado por el golpe. Juan, para evitar que Nadia siga insistiendo en algo tan absurdo para él (ya que ignoró por completo lo que su lesión a tal punto que dejó de dolerle el pie), se sacó el zapato y la media en plena acera, y se alarmó de lo que vio: su cuarto dedo (siendo el dedo gordo el primero) estaba con la piel de su costado izquierdo abierta, era una herida lacerante y provocaba dolor al solo verla; y por esa razón, Juan empezó a sentir de nuevo el dolor que ya había olvidado al salir de la piscina.

Como iban a la casa de un amigo en común, decidieron continuar con su camino. Ya allá, Carlos les proporcionó algo de alcohol y de antibiótico en polvo y Nadia, haciendo de buena enfermera, curó a su "amado" Juan.

Aquella noche, Juan pasó con fiebre, mucha fiebre, y a pesar de que amaneció todo maltrecho tuvo que ir a trabajar porque tenía dos reuniones muy importantes que no podía cancelar. Así lo hizo y, luego de terminar sus reuniones, llamó a los paramédicos de su seguro médico, los cuáles llegaron a su oficina bajo las miradas de asombro del resto de sus compañeros que no se habían percatado que tenían a un "moribundo" entre ellos.

Los paramédicos atendieron a Juan, le mandaron ciertos remedios para su amigdalitis, sí, aquella que contrajo al haber salido de lo caliente de la piscina al frío de la calle sin ninguna precaución; y pese a los lamentos de Juan para que los paramédicos revisen la "grave" herida que se había hecho en el dedo del pie, tuvo que conformarse con la respuesta de los entendidos, que le dijeron que su dedo estaría muy bien.

Juan salió del trabajo unas horas antes con la veña de su jefa que lo vio muy decaído. Llegó a su casa en una tembladera completa; tomó sus medicamentos y se dispuso a dormir; en vez de dormir pasó entre delirio y delirio por la fiebre. En sus alucinaciones habló con los Thundercats, quienes le revelaron el mayor secreto de la existencia y del universo; pero que, lamentablemente, Juan olvidó apenas se despertó. Se levantó y se vio en el espejo del baño y vaya la sorpresa desagradable que se llevó, se vio deforme... Quizá, los Thundercats se vengaron por el tremendo olvido de Juan a sus revelaciones enviándole alguna maldición para opacar su "belleza", que se concretó en tres inmensos, gigantescos fuegos en el contorno de sus labios.

Tuvo que ir a trabajar así porque tenía otras reuniones importantes y tuvo que soportar el asombro de todas las personas que le preguntaban qué era lo que le había pasado; tanto así que uno de sus amigos, por bien hacer, le aconsejó que mejor se colocara un cartel que diga "No soy así, estoy enfermo".

Lo que más lo avergonzara es que Nadia lo viera así, porque no quería perder su "sex appeal" con ella; además, cómo le explicaría que aquella "velada" en la piscina había desembocado en tantos acontecimientos de tortura para él: lesión en el dedo, fiebre, amigdalitis, más fiebre, fuegos, gigantescos fuegos, y vergüenza de presentarse ante el mundo con su nuevo rostro. No quiso enfrentarse a tanto y prefirió verse con Nadia una vez recuperado su rostro y así lo hizo; finalmente, quizá las relaciones "sin etiquetas" impliquen mostrar siempre lo mejor de uno para que nunca termine la magia...

7 de septiembre de 2010

La corbata de mi compañero

En mi trabajo tengo un compañero muy peculiar; creo que en su vida pasada fue gangster y lo único que le quedó de aquel pasado criminal fue la forma de vestir, porque en ocasiones asoma vestido con trajes tan "refinados", a rayas, que la primera imagen que se te viene a la mente es de él sentado, fumando un habano y rodeado de muchas mujeres. Y es que para colmo, se cree "galanazo", y no puedo negar que tiene lo suyo, pero no es para tanto...

Procura demostrar su buen gusto en trajes, camisas, zapatos, cinturones, relojes, corbatas con sus respectivos pañuelos, haciendo notar que no ha tenido reparos en gastar buena parte de su sueldo en aquellos menesteres, y es que ¿en qué más puede gastar su plata un soltero, sin mayores compromisos que los de complacer a su enamorada y que, además, no tiene que preocuparse por ninguno de los gastos que conlleva mantener un hogar? Así que hasta que eso suceda, claro, en el caso de que algún día asiente cabeza, su paga le sirve para incrementar su colección de artículos "embellecedores" para hacerlo más interesante para el sexo femenino.

Debo admitir que me siento seducida por su buen gusto, pero no comparto un único detalle: la posición de su corbata. En su labiosa manera de expresarse, como todo buen abogado, me explica que el llevarla puesta así es un estilo, pero a mí siempre se me hace que la lleva chueca y me estorba a la vista que deje expuesto el segundo botón de su camisa; parece como si alguien lo hubiese querido jalar de la corbata, mi buen compañero lo evitó parcialmente y no se percató de cómo terminó su corbata en tal ajetreo.

Ya he hecho intentos por decirle que su estilo al usar la corbata genera interferencia con el resto de su vestuario, pero creo que no hay más sordo que el que no quiere escuchar. Yo, me seguiré burlando en silencio de tal peculiar estilo...

6 de septiembre de 2010

Cuando estás entre mis brazos

Te siento junto a mí, con tu cuerpo desprovisto de vestiduras; estás ahí tan mía, tan entregada al momento que dudo, por instantes, si lo que vivo es verdad o es un hermoso sueño. Tu respiración agitada se confunde con la mía, tu sudor con el mío, tus latidos con los míos, tus gemidos con los míos, estamos tan cerca que no puedo evitar sentirme parte de tus contornos...

Y acaricio tu piel como quien descubre por vez primera la suavidad de la seda; me bebo tus besos como aquel desdichado que pasa varios días abandonado en el desierto y acaba de encontrar agua en un oasis; me embarco en los movimientos acompasados de tu cadera que baila al son de nuestra melodía. Y te abrazo con fervor cuando adivino, por el repentino acelerar de tu danza, que pronto caerás rendida en mis brazos intentando recuperar el aliento que se te escapó hace un rato.

Y así es, ahora estás rendida descansando sobre mi pecho, enredada en mi cuerpo cual hiedra y yo, me dejo extasiar con la dicha que me embarca cuando estás entre mis brazos...

3 de septiembre de 2010

¿Ovni o nube?

Ayer tuve la oportunidad de tomar esta fotografía. Es impresionante como en ocasiones el azar juega su papel en la distribución de las nubes para permitirnos alucinar, por momentos, con sus formas majestuosas.



Espero que disfruten de este visitante alienígena camuflado en esta nube gigantesca.


1 de septiembre de 2010

La camioneta azul...

Hace pocos días escribí sobre mi jefe pero no mencioné su camioneta; no lo hice deliberadamente porque escribir sobre ella implicaba dedicarle toda una publicación, y no quería opacar la "oda" a mi jefecito.

La camioneta de mi jefe es de color azul, como la carcaza de su celular, el reloj, el marco de sus lentes, el esferográfico, la cartuchera de sus implementos de aseo y varios ternos, todo aquello en su agitado intento por combinarlo todo; pero, en honor a la verdad, la camioneta no hace buen juego porque está vieja y algo maltrecha. Para ser más gráfica, solo intenten visualizar esta imagen:

Un hombre con aires de ejecutivo, bien peinado, bien afeitado, "inmaculadamente" combinado en su vestir con ternos y camisas de marca, con zapatos relucientes, con celular y reloj "pelucones" saliendo de una camioneta que nada tiene que envidiar a las que se usan en los mercados para traer los quintales de papas y cebollas...

Tal es el estado de la camioneta que ni siquiera tiene radio y las pocas veces que he subido a ella (tan solo porque no he tenido otra opción), he tenido que soportar a su dueño intentando acompasar sus aullidos a canciones, de una época tan antigua como la edad que aparenta la camioneta, que salen vergonzosamente de su celular.

El servicio técnico siempre viene al auxilio de mi jefe, pues en actos inconscientes que por inconscientes no los quiere reconocer, mi jefe ha dejado en varias ocasiones la llave dentro, supongo que porque de alguna manera hasta él mismo se niega a entrar en ella.

Y por si fuera poco, esta mañana mi jefe llegó tarde al trabajo porque su camioneta amaneció con una llanta ponchada, quizá ahora su dueño, en otro acto fallido, se levantó sonámbulo aquella madrugada para impedirse ir en ella al trabajo; sin embargo, al despertar llamó al servicio técnico, esperó a que el señor que llegó a su auxilio cambiara la llanta y, luego, mi jefe, supongo que ya resignado a hacerle juego a la camioneta, subió en ella vestido con jean y un chaleco multiuso, igual a los que usan los camioneros...