31 de agosto de 2010

"¿Cómo hacer para explicarles que no son eternos?"

Esta pregunta estaba escondida entre decenas de palabras que se abrían paso ante mis ojos, mientras leía una publicación de un joven excepcional en su blog, que detalla su escape (provisional) a la muerte.

Lo único seguro que tenemos en la vida es que algún día ya no estaremos aquí; y la mayoría de nosotros nos pasamos viviendo engañados en la ilusión de eternidad. Somo efímeros y deberíamos hacer de aquella condición nuestro más valioso elemento de negociación. Y claro, si después de todo: de tanto trajín, de tantas agonías y sufrimientos, de tanto estudio, de tantas horas desperdiciadas en el trabajo, de tantas pretensiones por querer tener más de lo que tenemos, de tantas poses y máscaras presentadas antes los demás, no nos quedará nada...

El sentimiento de ser efímeros, de ser transitorios llena el pecho de un miedo reverencial. ¿Qué tantas cosas haríamos o dejaríamos de hacer si tuviésemos la conciencia constante de ser pasajeros de un tren que llegará pronto a su destino final, y que al culminar su viaje culminaremos con él?

30 de agosto de 2010

Bajarse del bus al vuelo...



Dos días después de mi cumpleaños, como para empezar a lo grande, salí volando de un bus a una cuadra de llegar a mi trabajo. Parecería que estoy exagerando pero no es así, de verdad salí volando...

Eran las 8y25 del miércoles 11 de agosto; el bus en el que estaba (cuya placa pueden apreciar) se detuvo en el semáforo en rojo de la Amazonas y Veintimilla y al arrancar empezó a acelerar de manera violenta para que no le cogiera el siguiente semáforo, el de la Amazonas y Carrión. En ese trayecto de dos cuadras, me levanté de mi asiento y me dirigí a la primera puerta para pedir parada y recuerdo que el movimiento del bus fue tan brusco hacia adelante que, a pesar de que me agarré del tubo vertical junto al asiento del cobrador, rodé abruptamente por las gradas del bus y me di unos cuántos trampolines en la calle, hasta detenerme entre el bus, que frenó solo porque hubo un patrullero en frente, y la acera.

La sensación de una caída inevitable de un bus en movimiento fue espeluznante y más el sentirme completamente adolorida con mi mano derecha sangrando y siendo "admirada" por cuanto curioso pasaba por ahí, incluyendo a los pasajeros del bus que se bajaron para ver qué tanta sangre había derramada.

Me limité a gritarle a la gente que miraba que llamara a la ambulancia, al ver su lentitud para reaccionar yo misma llamé al 911 pero sin nada de éxito porque la llamada no conectaba y enseguida llamé a mi jefe, quien acudió a mi auxilio inmediatamente.

Entre tanta gente curiosa movida por su morbo, recuerdo la diligencia de dos personas: una chica muy simpática que logró comunicarse con la ambulancia y un colombiano que se puso en cuclillas junto a mi cabeza, él me dio su chompa para recostarme en ella, estuvo pendiente de que no perdiera el conocimiento y de mantenerme lo más serena posible. Aun hay gente buena en este mundo...

Para mi sorpresa, vi a un oficial de la policía que entraba y salía del bus; digo sorpresa porque los policías suelen no estar cuando se les necesita. Por el contrario, la ambulancia tardó 20 minutos en llegar. Hasta eso, procuraba no moverme por eso de si tenía alguna fractura en mi espalda o cadera que me dolían un montón o alguna lesión en el cuello o cabeza; la cabeza también me dolía porque recibí un golpe al caer.

Llegó la ambulancia después de varios minutos que se me hicieron eternos y paré en el Hospital del Seguro. Mi jefe me acompañó y estuvo pendiente de mí todo el tiempo, junto a otro compañero de trabajo que fue luego llevando mi cédula que requería el hospital para mi registro. Apenas ingresé, los doctores revisaron el movimiento de mis extremidades y mi respuesta al dolor frente a numerosos tanteos a lo largo de mi cuerpo.

Esperé hora y media sola, puesto que le pidieron a mi jefe salir a la sala de espera, y debo admitir que durante ese tiempo sentí desolación y desamparo porque me veía supeditada a esperar en la camilla junto a la pared del pasillo con el cuello ortopédico, sin poder ver nada más que el techo. Cierto, al rato una enfermera me conectó suero y algo de medicina para el dolor. Cuando llegó el enfermero encargado de llevarme a tomar las placas, sentí un verdadero alivio; él cerró la vía de los sueros y colocó ambas funditas en mi camilla y me llevó con premura a la máquina que tomaría mi tomografía. Pasamos por la sala de espera y el enfermero llamó a "los familiares de la señora Troya" y ni mi jefe ni mi compañero atendieron la llamada; me preguntaba dónde estaban. Después de recorrer algunos pasillos y de haber ingresado al ascensor, el enfermero me dejó, sola, junto a la pared de otro pasillo. Otra vez desolación y desamparo... pero al rato visualicé a más del techo, la cara de mi jefe que se disculpaba por haber salido a tomar sol y me explicaba que le tomó algo de tiempo dar con el sitio de rayos X.

Me hicieron la tomografía y luego me llevaron a tomarme las placas del tórax y la cadera. Luego de esto, fui puesta junto a la pared de otro pasillo de emergencia, sola, por tercera vez. Al rato, luego de tres peticiones a tres enfermeras distintas de que hicieran algo con el suero que aún tenía conectado pero cerrado, me pasaron a un cubículo dividido de los demás por cortinas. Esperé cuatro horas hasta recibir la noticia del doctor de que no tenía nada roto.

En ese lapso de tiempo, un policía estaba pendiente de que agilitaran mis resultados, puesto que de mi estado dependía la sanción que tendría el chofer del bus. Cuando me dieron de alta, el policía se acercó a explicarme que como no tuve heridas de consideración, él mismo se encargaría de que el chofer tuviera la máximo sanción posible, a saber: seis puntos menos en su licencia y una multa de 75 dólares. Era visto que se requería que me "partiera la crisma" para que el chofer de la gran %&¿?$%* tuviera una sanción mayor, pero al menos algo es algo...

Tuve reposo el resto de la semana y pasé por una recuperación dolorosa, pero a pesar de las molestias, estoy muy agradecida de que en mi accidente hubiese tenido como saldo solo golpes y rasguños, porque las posibilidades de que terminara peor son muchas. Esto fue como dicen "una desgracia con felicidad".

Lo que me pasó es solo una pequeña muestra de la irresponsabilidad de los que se dicen llamar los "profesionales del volante", que de profesionales no tienen nada. Estos choferes no se dan cuenta de la responsabilidad que tiene en sus manos, al transportar la vida de centenares de personas a diario. Tres semanas después vi dos buses chocados junto a la estación del Metro...

Se preguntarán, quién tomó la foto de la matrícula del bus que me arrojó por la puerta; pues mi jefe, quien también tomó una foto mía en la calle esperando por la ambulancia. No me pareció propicio mostrar aquella foto.

26 de agosto de 2010

MI JEFE...

Muchas veces he escuchado a las personas hablar pésimo de sus jefes, inclusive, yo he sido partícipe de aquellas conversaciones, muy simpáticas y catárticas, en donde he dicho lo que he podido de mis jefes; porque para ser sincera me han tocado de todo un poco. Unos que han parecido muy bonachones en un principio, pero luego han sacado sus garras desmereciendo mi trabajo injustamente; otros sobreexigentes a matar y algo groseros en sus modos, a tal punto de pretender que tenga todo lo que pedían a la velocidad de sus gritos y sus altibajos emocionales; otros completamente ineptos para desempeñar sus funciones como jefes, pero astutos para proteger su metro cuadrado de poder y hacer valer su voluntad; y también, afortunadamente, he tenido jefes que han sabido valorarme como persona y como profesional.

Sobre este último tipo de jefe voy a detenerme a hablar un poquito porque es el que tengo actualmente. La Diosa de la Belleza ha sido medianamente generosa con él, porque si lo ves con detenimiento, no sabes si es medianamente feo o medianamente atractivo... Aunque a su favor, debo admitir que hace intentos por combinar todo lo que trae puesto, sin descuidar en aquel trajín que los lentes, el reloj, el esferográfico y la corbata tengan el mismo color, aunque siempre con diferente tonalidad.

Tiene un carisma muy particular; es de aquellos que se detienen con decenas de conocidos en la calle a saludar y a hablar extensamente; adulador por naturaleza y siempre encantador con sus adjetivos calificativos al expresarse de quienes tiene enfrente, así aquellas personas no se ajusten para nada a dichos calificativos.

En los eventos, su presencia nunca queda desapercibida porque, a más de saludar a diestra y siniestra, es ruidoso para aplaudir (además es quien se queda aplaudiendo cuando todos ya terminaron) y alza su desafinada voz para cantar los Himnos de apertura y de cierre con una muy peculiar manera de pararse, completamente erguido, con la cabeza un poco hacia atrás y los brazos hacia los lados.

Como amigo es bastante dulce en su trato, buen escucha y empático con los dilemas existenciales de las personas a quienes él aprecia; es buen consejero porque siempre intenta que uno tenga la apreciación de toda la panorámica de los problemas.

Es extrañamente generoso con su tiempo y su dinero; porque en ocasiones pareciera como que los dos no tienen ninguna importancia para él; y en otras ocasiones les pone un valor desmedido.

Como jefe jamás se adjudica los logros de los demás e intenta potencializar las capacidades de las personas a su cargo.

Sufre de "reunionitis" porque organiza reuniones diarias con su equipo de "cinco minutos" que siempre duran más de cuarenta. Suele dárselas de sufridor al intentar dar la impresión de que él se queda con la peor parte de todo el trabajo. En ocasiones (algo que todavía no entiendo) quiere tener la última palabra sin que su equipo tenga la libertad de opinar libremente y su frase favorita es "eso me resbala" y debo confesar que cuando la dice solo quiero matarlo...

Lo que más me perturba es que suele decirme no cuando le pido algún permiso justificado para no asistir al trabajo (cuando quiero compensar mis horas extras laborables) y le dice sí con mucha facilidad a otras personas, inclusive, a aquellas que interceden por mí. La descripción podría extenderse pero termino diciendo que, a pesar de sus defectos, es un buen jefe.

25 de agosto de 2010

Cumpleaños

Hace dos semana y media cumplí 28 años y me puse a hacer una evaluación de los logros alcanzados. Empecé por los económicos, ya que éstos suelen ser los más valorados por nuestra cultura occidental consumista. Pues bien, ¿qué tengo? No mucho.

No cuento ni con casa ni con departamento propio, ni siquiera con auto. Quizá pude ahorrar para comprarme al menos un auto, pero no supe administrar mis ingresos adecuadamente cuando tuve la oportunidad. Lo que sí conseguí con el "sudor de mi frente" es amoblar medianamente mi casa; creo que cuento con lo necesario: sala, comedor, electrodomésticos (algunos ya medio fallucos), dormitorio y mi última adquisión -una netbook de 10.1" con internet- , por fin el internet llegó a mi hogar. Vuelvo a tener un trabajo después de haber pasado un año sin trabajo estable y ahora estoy pagando, poco a poco, las deudas que adquirí con algunas buenas amistades que estuvieron en posibilidad de ayudarme.

Creo que los bienes más valiosos que tengo a mis 28 años no son materiales (al menos me consuelo con eso), ya que cuento con la sabiduría de quien ha peleado en varias batallas y ha salido airoso de todas ellas. Cierto, no puedo negar que he salido lastimada, pero he sabido canalizar el dolor a favor de mi fortaleza. Aparte de los legados de mis vivencias, tengo la dicha de contar con mi hermana y mi sobrino; y por si fuera poco, además, tengo la suerte de estar locamente enamorada y ser plenamente correspondida, y de tener buenas amistades con las que disfruto de gratos momentos de divagación.

En resumen, han sido 28 años bien cumplidos. Como deseo pido seguir disfrutando de las sorpresas que me da la vida.

Este regalo me dio mi pareja por mi cumpleaños. ¿Acaso no es hermoso?




24 de agosto de 2010

Relaciones enfermizas



¿Qué tan difícil es manejar una relación amorosa? Pues la verdad, bastante. Tratar de estar con uno mismo resulta complicado y más aún si se pretende lidiar con los dilemas de otra persona. Poder tener una relación amorosa madura implica que uno tenga cierto grado de madurez; de lo contrario lo que se conseguirá es depositar todos nuestros vacíos, traumas, asuntos no resueltos, infantilerías, puntos ciegos, etc., etc., en la otra persona; pero lo que agudiza más el asunto es depositar en esa persona (a la que llegamos a considerar el amor de la vida) todo el imaginario del "príncipe azul" o la "mujer ideal" que cargamos en nuestra mente desde que éramos unas pequeñas criaturas, ese ideal que nos introdujeron en la cabeza nuestras madres y padres, los malsanos cuentos infantiles, las novelas que veíamos, las revistas de adolescentes, nuestras amistades...y la lista pueden seguir. Pero, ojo, sólo es un imaginario que nos lleva a idealizar a nuestra pareja y a no ver lo evidente; creo que por eso dicen que "el amor es ciego".

Todo aquello entremezclado puede hacernos entender las relaciones amorosas de una manera desvirtuada, como un "cotinuum" de tragedias y sufrimientos, donde el amor no se concibe sin dolor, amargo y puñalero dolor. Esto puede degenerarse en relaciones donde los momentos de dicha son cada vez más escasos y éstos son sustituidos por largas y agobiantes torturas psicológicas e, inclusive, físicas. En este tipo de relaciones, bastante comunes, el un miembro hace de sádico, el otro de masoquista. ¡Qué sería el uno sin el otro!

Y ¡qué difícil que se hace luego salir de una relación así! Quizá sea porque no se logra concebir un patrón de relación diferente. Tal vez sea porque consideramos que esa amargura es lo único que podremos encontrar como lo más cercano al amor; pero ¿es eso amor? Lo dudo mucho, el amor debe edificar no destruir. Entonces, es probable que eso se deba a nuestro miedo a estar solos. Sin embargo, yo preferiría la soledad a estar mal acompañada, mas eso lo dejo a cada quien, no pretendo juzgar a nadie...

Tal vez el libro Amores altamente peligrosos de Walter Riso les sea de utilidad.

También un video de un programa chileno que habla justo de las relaciones enfermizas, tiene parte dos y tres, pero si les gustó la parte uno, las siguientes búsquenlas en el Youtube.

Todas las palabras

Esta canción es hermosa. Describe en forma muy sencilla el deseo de encontrar a esa persona que llega a transformar tu vida, aquella que le pone color a tu existir. Esta canción es cantada por Marta Gómez de un disco de Idan Raichel. Espero que la disfruten.

Nacimiento

Acabo de crear mi blog; ¡mi primer blog! Esto se siente como haber perdido la virginidad. Bueno, quizá no sea tan dramático ni especial como haber perdido mi virginidad...Un momento, mi primera vez no fue ni dramática ni especial, así que sí puedo comparar mi primer blog con el recuerdo de aquella primera vez sexoamorosa. En fin, he postergado la creación de mi vitácora virtual por mucho tiempo y un taller en CIESPAL me ha obligado a concretar un anhelo que ha venido persiguiéndome por algún tiempo. He escuchado por varias ocasiones que escribir limpia el alma porque te ayuda a sacar los demonios de adentro. Vamos a ver si podré limpiarme con el ejercicio de la escritura.

He llamado a mi blog "Entre garabatos y anécdotas"; pero no quiero adjudicarme este nombre tan original. La verdad este nombre se le ocurrió a una compañera de un curso de teatro de mi colegio, hace ya 15 años. Mi profesor de teatro de aquel curso nos pidió que pensemos en un nombre original para llamar a la obra que estábamos elaborando, y a una compañera se le ocurrió este simpático nombre; y así se llamó la obra, muy graciosa, por cierto. Supongo que esto no es un plagio del todo, pero quería empezar siendo sincera con respecto al origen del nombre de mi blog. Pero, además, he escogido este nombre porque sintetiza lo que voy a plasmar en este blog: mis garabatos y mis anécdotas.