31 de marzo de 2011

Nada














Las horas endemoniadas
se extinguen una a una
y se transmutan.

Los días cual verdugo
las hacen caer incesantes
en el perverso contraflujo.

Mañana, tarde y noche
el tiempo así termina
y se reduce a nada.

Eterna la restricción
que nos mantiene
en la misma espera.

Y, entonces, me pregunto
¿por qué este plan
que nos entierra?

Vida y muerte
bailan sincronizadas
nos fundimos en ellas,

y somos nada...

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