Te escribo en un intento desesperado por reencontrarte, por saber a qué caminos te llevó la vida, qué experiencias estás viviendo que te tienen alejada de mí. ¿Te fuiste para volver fortalecida? ¿Te marchaste para que aprenda a sobrevivir sin tu presencia? Desapareciste para, finalmente, regresar y tomar el lugar que te corresponde en mí.
Eras tan mía que te confundí con el escenario que me rodeaba. Asumí con prepotencia que había hecho lo suficiente para mantenerte siempre dispuesta a salvarme cuando lo necesitara, acompañándome en todas mis travesías como mi escudo de protección; no me equivoqué en lo de ser mi escudo, mi error fue pensar que siempre recibirías las balas por mí.
Debo confesarte que no me percaté de tu ausencia, no al principio. Como mecanismo de protección, supongo, tu espacio fue inmediatamente sustituido por una versión ligera de ti, similar en la forma pero sin ningún contenido, quizá por eso me demoré algún tiempo en darme cuenta de que te habías ido. Tu reemplazo me jugó una treta y me hizo vivir una ilusión paradisíaca; me elevó por los cielos, aceleró mis latidos, me hizo sentir dueña de mis decisiones y del mundo; me hizo creerme superior a muchos y capaz de manejar situaciones inverosímiles; pero, como dije, fue solo una ilusión que ahora intento mantener llenando mi vida de ruido, gente, vicios y en la espera de la consumación de una pasión efímera que llegó vestida de rojo tentación y me lanzó a un agujero negro. Aquella pasión no consumada es la que me hizo darme cuenta de tu silenciosa huida.
Como ves, hoy me encuentro sin ti vulnerable, desnuda, incompleta, vacía; atrapada en un engaño y sometida al vaivén rojo y negro.
¿Qué debo hacer para que regreses? Te invoco por tu nombre, amada Autoestima, vuelve y saca de mí a tu mal reemplazo. Adiós Ego.
Que bueno tenerte de vuelta!!!!!!!
ResponderEliminarT.Q.M.
jajajajaja. Muy buen final. Solo quítale lo de adiós Ego, creo que la explicación está demás ;)
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