23 de octubre de 2010

Mi encuentro con la sombra...

Hoy tuve un proceso de imaginación activa muy revelador e intenso. Escuchando una canción árabe bastante movida y de sonidos exuberantes, cerré mis ojos y me vi en la playa frente al mar; empecé a agitar sus aguas a voluntad al compás del movimiento de mis brazos y manos al igual que una directora de orquesta. Luego calmé al mar y me adentré en él, primero hundiéndome y después saliendo a flote subida en una roca; y ahí en pleno centro de todo mi escenario, de sus aguas apacibles comencé a generar olas galopantes y turbulentas.

El cielo se tornó obscuro y de él hice caer lluvia a cántaros, rayos y truenos; y de las profundidades del mar salir toda clase de animales míticos y quizá hasta desconocidos. Todos nadaban a mi alrededor como demandando algo de mí, como rindiendo culto a su creadora... Hice aparecer un dragón inmenso que lanzaba fuego por doquier y se depositó en una roca muy cerca mío.

Descargué toda mi ira, mi frustración, mi desesperación, mi confusión en la creación de aquel caos que disfruté con sospechoso deleite. De pronto todas las criaturas se transformaron en energía, volaron por los aires y se fueron introduciendo una a una en el centro de mi pecho y podía sentir su poder vital apoderarse de mí; mientras aquello tan inesperado pasaba, las aguas del mar se iban calmando y el cielo despejando; y cuando la última criatura, el dragón, ingresó en mi interior, el mar reposó y las nubes desaparecieron casi en su totalidad permitiendo la salida de un sol radiante cuya luz caía directamente sobre mi pecho, luz dirigida en disposición de puente para que yo, a mi vez, pudiese brindarle al sol mi propia luz.

Justo en este preciso momento la canción se terminó y abrí mis ojos con una sensación de fuerza, esperanza y vitalidad...

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