Negra consumación

Atrapada en suerte de sensaciones que se apoderan de mis sentidos; la siento envolver mi lengua con el fulgor de su sabor paradisíaco, diabólico sabor, porque tanto éxtasis no procede de lo divino, sino de la tentación, de lo prohibido.


Se apodera de mí con la sutileza de la fiera que acecha la presa hasta la inevitable extinción. Así, me entrego con la sumisión de aquella que se sabe sentenciada.

El cuerpo se estremece, la sangre hierve y la siento fluir por mis venas; y los pocos intentos de mi mente por contrarrestar tanto delirio se esfumaron. Me rendí dejándome caer en las profundidades del no retorno.

Segundos surrealistas de duración tan relativa como la percepción de eternidad, otro estado de conciencia, fusionada y consumada por el placer, derretida en la tarta de chocolate, Suzette.